Grupo Aseguranza

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16 de marzo
09:29 2012
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La no discriminación entre sexos en las primas podría aumentar las cargas de capital

A partir de diciembre de 2012 las aseguradoras no podrán considerar el sexo como factor de riesgo a la hora de calcular la prima en los nuevos contratos, según la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que elimina la excepción prevista en la Directiva europea contra la discriminación por razón de sexos en el acceso a bienes y servicios. Las consecuencias para la industria aseguradora de esta eliminación son de calado. Según explica Eduardo Sánchez, director del Área Actuarial de Mapfre Familiar, algunas aseguradoras podrían fijar primas insuficientes, lo que generará mayor volatilidad de los resultados y mayores cargas de capital con Solvencia II. Este efecto se puede neutralizar en el caso de que las compañías tengan variables adicionales que puedan utilizarse para calcular ese factor del sexo en el precio de las primas como, por ejemplo, el número de años de carné en el seguro de Autos, que es menor en el caso de las mujeres, por lo que el factor sexo de alguna manera estaría recogido.

Otra consecuencia de la sentencia, según admite Eduardo Sánchez, es que muchos asegurados que salgan favorecidos con la nueva norma rescindirán sus pólizas actuales para contratar una nueva. En este sentido, el director del Área Actuarial de Mapfre Familiar recuerda que según la definición de nuevo contrato de la sentencia, se podrá seguir utilizando este factor de riesgo en el caso de las prórrogas de contrato o de ampliación de coberturas. Pese a estas restricciones a la hora de calcular la prima, las aseguradoras sí que deberán seguir utilizando el factor de riesgo sexo para el cálculo de las provisiones técnicas.

El mayor riesgo demográfico: Ser hombre

Este análisis sobre las repercusiones de la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE ha sido elaborado a raíz de la presentación del libro ‘Diferencias de sexo en conductas de riesgo y tasas de mortalidad diferencial entre hombres y mujeres’, resultado de la ‘Ayuda a la investigación Riesgo y Seguro’ que Fundación Mapfre concedió a su autor, Luis Gómez Jacinto, en la convocatoria de 2008, un trabajo que ha sido tutorizado por Eduardo Sánchez.

El libro se centra en lo que se considera el mayor riesgo demográfico para morir a una edad temprana, ser hombre. Los varones tienen las tasas de mortalidad más elevadas a lo largo de todo el ciclo vital, produciéndose un pico en la juventud para los factores de mortalidad externa, lo que hace suponer que tras esos datos hay conductas concretas: Una mayor asunción de riesgos y una actitud antisocial. Luis Gómez destaca que “ese pico se produce en la máxima plenitud física de los hombres, cuando alcanzan su capacidad reproductiva y compiten por el estatus social, la pareja…”. En el caso de los factores internos, cuanto menor peso tiene el componente conductual, menores diferencias hay entre hombres y mujeres, mientras que cuanto más pesa los resultados más se parecen a los de los factores externos.

Si se ponen en relación estos patrones con el contexto sociocultural, económico e histórico, del estudio se desprende que en la población española de los últimos 30 años la discrepancia entre las tasas de mortalidad masculina y femenina es mayor bajo determinadas condiciones sociales: “Se ha podido comprobar que esta diferencia es mayor en las personas solteras, en quienes viven en condiciones de desigualdad económica, con tasas altas de desempleo, en contextos rurales o en los inicios de una transición política”. Para probar estas hipótesis de los factores que causan la mortalidad diferencial entre hombres y mujeres la obra ha analizado datos de los últimos 30 años, entre 1975 y 2007.