Brecha entre hombres y mujeres, también en los seguros de Vida Riesgo

La brecha de protección financiera entre hombres y mujeres se mantiene también en el seguro de Vida Riesgo. Según datos de AXA, en la actualidad sólo el 39% de los seguros de Vida Riesgo son suscritos por mujeres, a pesar de que la tasa de actividad femenina se sitúa por encima del 53%, según los datos de la EPA a cierre de 2016. En el caso de los hombres, su tasa de actividad es del 64% y 6 de cada 10 seguros de Vida Riesgo se realizan por varones. Mientras que la diferencia en la tasa de actividad (que mide personas con empleo y en búsqueda de trabajo) entre hombre y mujeres es de apenas 10 puntos porcentuales, el nivel de aseguramiento entre ambos dista 22 puntos.

Los capitales asegurados también siguen mostrando una brecha en favor de los hombres. Ellos aseguran sus vidas por un capital medio de 104.000 euros. Ellas, por un capital de 88.500 euros. Para Jesús Carmona, director de Vida y Accidentes de AXA España, “pese a que la mujer aporta, en muchos casos, más de la mitad del presupuesto familiar, su protección financiera aún está por detrás de la de los hombres”. En el caso de los hombres, sin embargo, la diferencia entre su tasa de actividad y su nivel de aseguramiento es significativamente menor, de apenas 4 puntos porcentuales.

Aceleración en el siglo XXI

Aunque en la actualidad la tasa de aseguramiento femenino es del 39%, se observa un importante avance desde el año 2000 cuando sólo 1 de cada 4 pólizas era contratada por mujeres. Además, se ha producido un crecimiento del 130% en el número de seguros de Vida Riesgo de mujeres en los últimos 17 años, un incremento especialmente significativo si se tiene en cuenta que el crecimiento de este tipo de seguros en la población masculina en el mismo periodo apenas llegó al 15%.

Para Carmona, “este dato puede ser un indicio de la concienciación que las mujeres han adquirido en los últimas décadas de la importancia de su aportación económica a la unidad familiar”. “Hasta hace relativamente poco, la contingencia que la unidad familiar cubría era la pérdida de la principal fuente de ingresos: el hombre, cabeza de familia. Pero el cambio de las estructuras familiares ha llevado aparejado una menor dependencia económica del varón, y eso ha tenido su reflejo en la cobertura de fallecimiento de las mujeres”, asegura Carmona.