Isabel Casares analiza el apetito por el riesgo en las empresas

“Para ayudar a las organizaciones a implementar la gestión del riesgo empresarial (ERM), es fundamental la elaboración de marcos y directrices globales sobre la gestión empresarial de riesgos, el control interno, y la detección del fraude diseñado para mejorar el desempeño organizacional y la gestión de los riesgos para la consecución de los objetivos y estrategias”, según explica Isabel Caseras. También destaca el hecho de que para conseguir llevar a cabo una supervisión eficaz en las organizaciones, el consejo de administración, debe preguntarse cuánto riesgo es aceptable para la consecución de los objetivos, por ello cada vez más los reguladores y otros órganos de supervisión piden que se mejoren las descripciones de los procesos de gestión de riesgos de las organizaciones.

Isabel Casares explica que “muchas organizaciones consideran que el apetito al riesgo es un tema de las discusiones teóricas sobre el riesgo y la gestión del riesgo, pero que no se integra de manera efectiva en su planificación estratégica ni en la toma de decisiones del día a día. Sin embargo, si el apetito al riesgo se comunicase correctamente a toda la organización, permitirá conocer la cantidad de riesgos que la organización puede asumir o aceptar”.

A su juicio, la determinación del apetito por el riesgo en las organizaciones tiene las siguientes características: es estratégica y se relaciona con la búsqueda de objetivos de la organización; forma parte integrante de la gestión empresarial; permite la asignación de recursos; permite el apoyo de todas los áreas de la organización con el reconocimiento, evaluación, respuesta y seguimiento de los riesgos en la búsqueda de objetivos; influye en la actitud de la organización frente al riesgo; es multidimensional, obteniendo valor a corto y largo plazo como planificación estratégica; y requiere una supervisión eficaz del riesgo para mantener el apetito de riesgo de la organización.