Fallos de seguridad detrás del incendio de la Torre Grenfell de Londres

El incendio de esta semana en la Torre Grenfell en Londres ha dejado un balance de 18 fallecidos hasta el momento, decenas de desaparecidos y heridos. Una vez más los fallos de seguridad parecen estar detrás de la tragedia, según Tecnifuego-Aespi.  

Las primeras investigaciones apuntan a que en la torre, habitada por 550 vecinos, y a pesar de haber sido reformada en 2016, no contaba con las medidas de protección adecuadas. No había rociadores automáticos, las alarmas –según testigos presenciales-  no funcionaron; la propagación  del fuego no estuvo contenida por materiales resistentes al fuego durante el tiempo necesario para la evacuación y el efecto chimenea parece ser que avivó el incendio.

Tecnifuego asegura que "es posible proteger frente a un incendio un edificio de las características de la Torre Grenfell. Los avances tecnológicos en los equipos y sistemas de protección contra incendios automáticos permiten hoy detectar un incendio en cualquier tipo de ambiente y en una fase muy temprana; los sistemas de rociadores automáticos ofrecen gran variedad de opciones para controlar y apagar incendios bajo cualquier condición constructiva; y los sistemas de protección pasiva permiten contener el fuego y dar tiempo suficiente para la evacuación de un edificio".

Detectores de incendios, la medida clave

Recuerdan que la detección de incendios es el único sistema que puede alertar de un incendio las 24 horas del día y 7 días de la semana. Un detector de incendios en funcionamiento está analizando constantemente el ambiente, por si detectara humo. La detección de incendios es fácil de instalar y no es muy costosa. Los detectores automáticos proporcionan gran seguridad, ya que son los equipos más precoces que avisan por medio de sirenas e indicadores visuales del posible incendio.

Por otro lado, los rociadores automáticos, que sólo se activan en caso de necesidad, aseguran una protección eficaz en cualquier tipo de edificio. Los rociadores automáticos actúan exclusivamente sobre el foco del incendio en el momento de detectarlo, no solo apagando las llamas gracias a la descarga de agua, sino también impidiendo la propagación al humedecer el área circundante. Todo ello con mínimos daños por agua y, sobre todo, sin intervención humana.

Según los estudios realizados, la instalación de ambos sistemas garantiza la supervivencia en casi el 90% de los casos.

Protección pasiva

La protección pasiva consiste en una serie de elementos constructivos y productos especiales dispuestos para evitar el inicio del fuego (ignifugación de los materiales), evitar que se propague (compartimentación, cerramientos, sellados y protección estructural) y facilitar la evacuación de las personas y una actuación segura de los equipos de extinción.

Los productos de protección pasiva contra incendios superan estrictos ensayos realizados por laboratorios acreditados que demuestran su eficacia (reacción, resistencia /o estabilidad) en pruebas con fuego real. Tras las pruebas son aptos para su instalación atendiendo a una serie de parámetros (soportes, espesores, aplicación, etc.) bien definidos.

Con todo, de nada sirven estas medidas sin correcto mantenimiento, como parece que ha ocurrido en Londres. "El mantenimiento es clave,  dada la especificidad de estos equipos, que están en 'silencio' y solo se activan en caso de incendio, por lo que su mantenimiento riguroso es la garantía de que se activarán y servirán para lo que fueron diseñados puntual y eficazmente", señalan desde la asociación.