“Inmuebles, seguros y traducciones”: ¿Diversificación o suicidio empresarial?

Carta del Mediador publicó el jueves pasado este interesante artículo: Cerca de la redacción de Grupo Aseguranza en Madrid se alquila un local comercial a pie de calle. El rótulo que lo preside es aparentemente muy nuevo y bajo el nombre comercial del extinto negocio un subtítulo informa al viandante de los servicios que ofrecía: “Inmuebles, seguros y traducciones” (AMPLIAR FOTO). Es cierto, que son muchos los consultores y gurús empresariales que recomiendan iniciar una diversificación de actividades en la empresa para poder afrontar la feroz crisis económica: La idea es que el negocio que cae puede ser compensado con otro negocio paralelo. En principio, nada que objetar.

Pero casos como el que ilustran esta noticia se nos antoja más cercano al suicidio empresarial (como así parece haber sucedido). En primer lugar, la imagen que se transmite al cliente es penosa. Se le viene a decir: “Pase, que yo hago de todo”, con la esperanza de captar clientes con variadas y muy diferentes necesidades; aunque lo que realmente se le transmite es que no es especialista en nada y seguramente no desarrolle eficazmente ninguna de las actividades que promete en el escaparate.

En segundo lugar, hay que recordar de la comercialización de seguros es una actividad fuertemente regulada, que necesita obligatoriamente de una formación muy intensa y que no debería se en ningún caso accesoria de negocios que no tienen absolutamente nada que ver con el seguro. Podrían aceptarse en seguros algunas diversificaciones de actividades ligadas al sector, como servicios de prevención de riesgos o de asesoría financiera, pero complementar la actividad aseguradora con la dedicación a las traducciones, por ejemplo, no tiene ningún sentido empresarial.