Grupo Aseguranza

Las corredurías de seguros en España están compuestas en su mayoría por pequeñas empresas y en un alto grado son familiares. En conversación con Carta del Mediador el director de la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de Valencia, Alejandro Escribá-Esteve, detalla cuáles son los mejores pasos para el traspaso del negocio.

Indica que el primer paso es valorar si hay deseo de continuidad por parte de las siguientes generaciones de la familia. Si no lo hay, "es mejor valorar con tiempo la estrategia de venta o de cese de la actividad con el fin de poder obtener una rentabilidad mayor".

Añade que si la respuesta es afirmativa hay que evaluar el rol que desempeñarán las futuras generaciones y prepararlos para tener las competencias necesarias para ejercer ese rol. Menciona también que es conveniente establecer los criterios que guiarán el traspaso y elegir la persona que continuará el negocio con criterios de capacidad.

Ceder roles

Cuestionado sobre cuándo se debe dar este paso, en términos generales indica que no hay un momento concreto y que dependerá de cada negocio. No obstante, añade que "no es una buena idea posponer este proceso hasta etapas en las que la generación que actualmente regenta la empresa alcance edades demasiado elevadas". Considera que la sucesión se debería realizar en el momento de la jubilación del actual gestor y es conveniente "dedicar los últimos años al mando a ir cediendo funciones y responsabilidades a los que deban asumir el rol".

A veces los que dejan la empresa en manos de sus herederos cuestionan si será mejor o peor. No hay nada que demuestren que con las nuevas generaciones el negocio irá mejor o peor, dependerá de cada caso, como expresa el director de la cátedra: "Dependerá de la formación, actitud y de las competencias de la generación sucesora, así como del apoyo y libertad que proporciona la generación saliente".

Indica que la generación saliente tiene a su favor que es la generación emprendedora, la que inició el proyecto y lo siente 100% suyo y también ha desarrollado sus propias ambiciones. Apunta que las siguientes generaciones "no siempre han interiorizado esa pasión por el negocio y puede que sus intereses particulares no estén tan alineados".

Cree que si la trasmisión de valores y de sentimiento de identidad con el negocio se prepara bien y si se forma de manera adecuada a la generación futura, tanto en conocimientos como en competencias, "las nuevas generaciones al mando no tienen por qué ser peores que las fundadoras". Lo importante, según destaca Escribá-Esteve, es que en la familia existan personas con "talento, interés por el negocio y deseo de continuidad del proyecto familiar". De lo contrario, "es mejor planificar con tiempo la salida".

Holgura para invertir

Otra de las dificultades de las pequeñas empresas familiares es el tamaño. Mucho se ha indicado sobre la importancia del tamaño y el experto asegura que de ello depende el proveerse de herramientas para afrontar los nuevos desafíos. Asegura que en un sector como el asegurador los cambios tecnológicos impondrán condiciones muy exigentes y "es fundamental disponer de holgura para invertir en tecnologías y en formación de los empleados".

Respecto a la supervivencia de los pequeños en este contexto tecnológico, afirma que por ahora estos cambios se mantienen a un "ritmo asumible y que da cierta holgura a las microempresas". Aun así, incide en que esto puede cambiar y hay que prepararse para ello. Asegura que quienes no piensen en el largo plazo y se preparen para contingencias que puedan venir "pueden tener muchas dificultades para sobrevivir en un futuro no demasiado lejano".

La recomendación del director de la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de Valencia es que este tipo de empresas se informen bien de los "desafíos futuros del sector y de qué aspectos será necesario desarrollar para ser competitivos". Después de este paso, concluye que "cada uno deberá encontrar sus vías de desarrollo para prepararse a dichos retos".